El Hospital Garrahan junto a la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT), realizarán un «feriazo» de frutas y verduras agroecológicas frente a ese centro asistencial, ubicado en el barrio porteño de Constitución, para denunciar el daño ambiental y a la salud que provoca el uso de glifosato, y otros agrotóxicos, especialmente en la población infantil.

La actividad comenzó a las 11.45 con el panel «Efectos de los Agrotóxicos en la Salud Infantil» y presentación de la propuesta de agroecología de la UTT en una de las aulas de la institución, y, a partir de las 13.30, habrá «feriazo» de producción agroecológica y radio abierta en la explanada del hospital.

Sobre este tema Unju Radio dialogó con la Licenciada Norma Inés Lezana, especialista de ese centro médico quien señaló que «el nivel de agrotóxicos en los alimentos es alarmante».

«No hay ninguna duda de los daños que producen los agrotóxicos en los alimentos, en la salud, y, en especial en la salud infantil, la cantidad de información es abrumadora», relató.

El aumento de la producción de alimentos a través de variedades de cultivos de alto rendimiento (semillas “mejoradas” o híbridos), provoca la disminución de nutrientes, vitaminas y proteínas. Es un efecto conocido desde hace décadas por agrónomos e investigadores agrícolas llamado «efecto dilución».

El incremento del rendimiento de los cultivos por hectárea, basado en semillas híbridas y uso de fertilizantes sintéticos, eleva el volumen de materia cosechada, pero es menos nutritivo. Hay más cantidad de alimentos pero de menor calidad.

La Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO) denomina esta creciente falta de micronutrientes en los alimentos como “el hambre oculta”. Según este organismo, mil millones de personas en el mundo sufren deficiencia de hierro, principalmente en países pobres.

También en esos países uno de cada tres menores de cinco años sufren retardo de crecimiento por falta de micronutrientes y 40 millones de personas sufren problemas de visión o ceguera por falta de vitamina A, entre otros ejemplos. Por otra parte, en el otro extremo, mil millones de personas consumen demasiadas calorías y son obesas.

Además de ser menos nutritivos, esos alimentos contienen cada vez mayor cantidad de residuos de agrotóxicos y químicos. Son un generador “silencioso” pero continuo y omnipresente de enfermedades que van del aumento significativo de alergias, a efectos más graves como problemas neurológicos, malformaciones de nacimiento, debilitamiento inmune, infertilidad y cáncer. De paso, los agrotóxicos y fertilizantes sintéticos destruyen los suelos y contaminan las aguas.

«Estas son investigaciones contundentes y de larga data», explicó la nutricionista y agregó que es difícil entender «como la producción de alimentos está puesta en manos de quienes solo piensan en un commodities y no en un alimento».

Además destacó la necesidad de que los gobiernos atiendan a las recomendaciones de los científicos respecto de las implicancias de esta forma de producción: «como nutricionista y como dirigente sindical, estoy muy comprometida, la responsabilidad que tenemos es poner en manos de la comunidad la información y pronunciarnos».

Lezana detalló que en un informe de Naciones Unidas de 2017 sobre el derecho a la alimentación, se asegura que 200 mil muertes por año se deben a muertes por exposición a plaguicidas, por ello es importante «la iniciativa de la UTT, que presentará su proyecto de producción agroecológica, llamando la atención al Gobierno para que le dé lugar a ese modelo de producción sin agrotóxicos».

Asimismo explicó que «las personas de los pueblos expuestos, tienen mayor riesgo a contraer asma, cáncer, malformaciones congénitas, mayor riesgo de abortos espontáneos, trastornos del espectro autista, trastornos neurológicos», y que esto «tiene que ver con el tipo de toxicidad que tienen los agroquímicos que se utilizan».

«No hay legislación, ni los controles son adecuados, y se desconoce la conformación específica de los compuestos de los plaguicidas», por lo tanto se desconoce el efecto real de estas combinaciones sobre la salud de las personas.

También, remarcó que aunque este tipo de enfermedades se ven con más frecuencia, «muchas veces en los servicios de salud, no se correlacionan con la causa», por lo que «la única manera de evitar que siga avanzando el número de pacientes con estas problemáticas, es atajándolas antes de que suceda».

Esto se puede lograr, según Lezana, «modificando el modelo de producción, yendo a una soberanía alimentaria», esto es «el derecho de los pueblos de producir sus propios alimentos y de tener una alimentación saludable».

Por ello, «el Gobierno debe garantizar el acceso a loa alimentos y a una alimentación segura, libre de agrotóxicos», mediante «decisiones políticas, que toquen los intereses de esas corporaciones, que lo único que ven son ganancias».

«No pueden tener el derecho absoluto sobre la alimentación de todas las personas», advirtió y convocó a «todas las organizaciones que tenemos relación con esta temática a comprometernos», ya que darle solución es «urgente e ineludible».

 

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